"Fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes,
robusteced las rodillas vacilantes,
decid a los cobardes de corazón:
sed fuertes, no temáis.
sed fuertes, no temáis.
Mirad a vuestro Dios,...
viene en persona, resarcirá y os salvará"
viene en persona, resarcirá y os salvará"
Is 35,3-5
Es tiempo de abrir los ojos y el corazón.
Me encanta esta lectura, me llena de esperanza y alegría profunda...
Dios cuida especialmente de los débiles, vacilantes, cobardes, frágiles...
Mira al pequeño, a lo más roto de nuestro corazón, a lo más débil de nuestro ser...
a aquello que nos cuesta mirar porque nos da vergüenza o rechazamos de nosotros mismos o de nuestra historia.
Nos acoge, de verdad, en lo que somos, en nuestra pobreza que en Él se vuelve ternura y abrazo.
Ahora que se acerca la Navidad dejémonos rescatar por el Dios hecho niño.
Pongamos en sus manos aquello que nos debilita el corazón, que no nos deja sacar la bondad que tenemos dentro, que nos ridiculiza el deseo de ayudar y ser generosos.
Pongamos ante el Niño nuestros miedos paralizantes, nuestro corazón endurecido, nuestra falsa imagen que tanto nos cuesta mantener. Pongamos en el pesebre las falsas seguridades que nos atan y no nos deja saltar y correr, volar con verdadera libertad. Dejemos que la verdad desnuda del Niño hecho ternura desenmascare nuestra comodidad y nuestra indiferencia ante el dolor del otro.
Aquí estamos Señor Jesús, con nuestras manos débiles, nuestras rodillas vacilantes, nuestro corazón cobarde por poner nuestra seguridad fuera de Ti, en lo que no puede sostenernos.
¡Ven a nuestra vida y llevanos a la libertad verdadera!
¡Ven a nuestro corazón y sorpréndenos!
¡Ven a nuestra historia y sálvanos de lo que nos quita la vida y la alegría!
¡VEN!
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