lunes, 7 de octubre de 2019

¡Cambia tu mesa! (Lc 5,27-32)


La historia de Mateo en el Evangelio es una invitación a movernos y cambiar nuestra mesa de despacho fría y calculadora, por la mesa del banquete compartido.

Jesús mira a Mateo con ternura y soñando algo mejor para él.
Lo ve atrapado en su mesa de despacho. ¡Cuántas veces podemos estar como Mateo!: agarrados en un  negocio de compra y venta de imagen, de favores, de medidas, de falta de gratuidad, de miedo a perder, de seguridades falsas que nos atrapan. ¡Cuántas veces podemos estar queriendo controlar la vida enjuiciando, situándonos por encima de los demás, "cobrando" impuestos por nuestras ayudas o manos tendidas...!

¿Te has sentido alguna vez atada/o a tu "mesa de despacho" creyendo que te llenabas los bolsillos, pero con el corazón frío y solo?,
¿Sientes que tu manera de relacionarte te aleja de los demás por miedo a perder, a ser traicionada/o, a o controlar...?.
¿Sientes que tu vida puede parecerse a la de Mateo aparentemente triunfador y poderoso, pero solitario con deseos de otra vida llena de cariño y verdad?
Jesús "lo ve", mira su corazón, su grito sordo, su deseo de vivir de otra manera...
Ve a Mateo "sentado en el despacho de impuestos", y le invita a salir de esas relaciones interesadas, de esa manera de vivir sin gratuidad y generosidad.

Lo ve sentado  y le dice. "¡SIGUEME!".
Lo invita a cambiar de vida, de mirada. Le invita a vivir como Él y con ÉL. Desde la libertad y la verdad, sin medir, sin esperar nada a cambio...
Y Mateo "dejándolo todo, se levantó y le siguió".

Supongo que esta relación entre Jesús y Mateo se fue fraguando en el tiempo, poco a poco conociendo a Jesús Mateo fue descubriendo otra manera de medir, de relacionarse, de sentir lo que éxito o fracaso.
Hasta que un día siente esa mirada de Jesús que le dice en el silencio: "¿dónde vas así?" y siente en su corazón que no merece la pena seguir tras esa mesa de despacho y poder, que merece la pena levantarse y ponerse en camino, arriesgarse, atreverse a ser vulnerable (sin mesa de despacho que lo proteja), a relacionarse de corazón a corazón.

Habían sido muchos años detrás de esa mesa de despacho exprimiendo a la gente, endureciendo el corazón. Muchos años comprando y vendiendo lo que creía le daba la felicidad. Llenaba sus bolsillos pero dejaba vacío, desanimado, triste el corazón. En el fondo anhelaba Vida, verdad, descanso interno, paz, aire, amor...

Jesús lo mira con cariño y con una mirada profunda que le hace sentir que otra manera de vivir es posible. Le da la fuerza para levantarse y dejar la mesa de despacho, la seguridad de lo conocido para lanzarse a la aventura de vivir despojado, sin defensas.
La mirada de Jesús le da fuerzas, derrite las ataduras, va soltando los pies y las manos.
El sentirse amado desde lo más profundo (a pesar de lo que es y desde lo que es)  le hace respirar hondo, llenarse de aire fresco, de color, de vida. Fortalece su corazón y cambia su mirada...

Es el sentirse acogido en toda su verdad lo que le da la fuerza para darle una patada ala mesa de su despacho lleno de: "cuentas pendientes", de "reclamos", de "facturas por cobrar", de listas de "morosos", etc. Y mandarlo todo por los aires al rincón de la generosidad y el perdón gratuito.

¿Hay en mi mesa "lista de morosos", "reclamos", "cuentas pendientes" a las que dedico tiempo y ocupan mi corazón?

Y Mateo siente que el aire se renueva, que las fuerzas vuelven. Que el corazón se vuelve generoso, loco, encendido,...y una extraña alegría honda y serena empieza a brotar.
Mateo siente el ABRAZO de amigo recuperado. Y brota la luz por todas las grietas y esquinas...
¡Está de nuevo en camino!

Y lo curioso de esta breve historia es que la mesa del despacho es sustituida por otra mesa, en su casa y con un gran BANQUETE donde todos están invitados. ¡Todos!.

¿Es tu mesa de banquete o de despacho?


De la separación al encuentro.
Del negocio y la medida, al regalo y el derroche.
Del medir con dureza, al compartir sin límite.
De los papeles y el dinero, al pan y el vino, ¡a la fiesta!.
Del NEGOCIO al ABRAZO.
A la risa, a la acogida, a la vida compartida...

Y ante las murmuraciones, Jesús responde con claridad y contundencia:
"he venido a los que están mal, a los pecadores, a los atados. necesitados, sin vida..."

¡GRACIAS SEÑOR por VENIR!


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