Tengo muchos lápices de colores, ¡me encantan!
Me gustan tanto, que a veces, me da pena usarlos para no gastarlos...
Sin embargo cada lápiz se realiza dando color a los dibujos.
Imagino que disfrutan "bailando" sobre el papel blanco y haciendo emerger un diseño único aportando todo lo que son: azul intenso, amarillo brillante, rojo apasionado, verde claro y suave, etc...
En la medida en que los voy usando mis lápices se van haciendo más pequeños, van desapareciendo, pero lo hacen con alegría porque significa que los he usado mucho y por tanto han dado mucha vida, han llenado de color muchos espacios en blanco, han colaborado en la creación de muchos diseños...
Esto me hace pensar en la vida.
¡Cuántas veces nos acobardamos y nos guardamos aquello que de nosotros podemos dar!
Nos da miedo perder la vida y la guardamos...
Pero ya nos dice el Evangelio que el que quiere guardar su vida la perderá (Mt 16,25).
Y es verdad, podemos quedarnos con todos nuestras capacidades, dones, con todos nuestros "colores" guardados en su caja sin usar. Pero perdemos la posibilidad de dar color a la vida, regalar nuestro tiempo, nuestra alegría, nuestras capacidad de amar, nuestra inteligencia, nuestra sonrisa...
Y con este afán de no "gastarnos" no nos damos cuenta que es dando la vida como la merecemos. Que te da más alegría dar que recibir. Que al poner al servicio de los demás todas nuestras posibilidades se multiplican, nos hace sentirnos más nosotros mismos y nos llena de alegría verdadera.
Es extraño pero es así.
No tengas miedo a gastar tu vida dando vida.
La vida es corta...
¡Pon en juego todos tus colores!
Intenta en TODO AMAR y SERVIR y
¡DISFRUTA!
Jesucristo ha dicho:
“Quien quiera economizar su vida, la perderá;
y quien la gaste por Mi, la recobrará en el vida eterna”.
Pero a nosotros nos da miedo gastar la vida,
entregarla sin reservas.
Un terrible instinto de conservación nos lleva hacia el egoísmo,
y nos atenaza cuando queremos jugarnos la vida.
Tenemos seguros por todas partes, para evitar los riesgos.
Y sobre todo está la cobardía…
Señor Jesucristo, nos da miedo gastar la vida.
Pero la vida Tú nos la has dado para gastarla;
no se la puede economizar en estéril egoísmo.
Gastar la vida es trabajar por los demás,
aunque no paguen; hacer un favor al que no va a devolver;
gastar la vida es lanzarse aún al fracaso,
si hace falta, sin falsas prudencias;
es quemar las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas que solo tenemos sentido cuando nos quemamos;
solamente entonces seremos luz.
Líbranos de la prudencia cobarde, la que nos hace evitar el sacrificio,
y buscar la seguridad.
Gastar la vida no se hace con gestos ampulosos,
y falsa teatralidad. La vida se da sencillamente, sin publicidad,
como el agua de la vertiente, como la madre da el pecho al niño,
como el sudor humilde del sembrador.
Entrénanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible,
porque detrás de lo imposible está tu gracia y tu presencia;
no podemos caer en el vacío.
El futuro es un enigma, nuestro camino se interna en la niebla;
pero queremos seguir dándonos,
porque Tú estás esperando en la noche,
con mil ojos llenos de lágrimas.
Luis Espinal sj
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